domingo, 6 de diciembre de 2015

Otra vez un día 6

Últimamente, este blog siempre me sirve para desahogar. Canalizar mi tristeza por algo. Y no. Estos desahogos de los últimos meses no fueron las quejaduras estúpidas tipo: " ay no, otra vez un lunes" o " otra vez está lloviendo". Juro que he intentado tomarme en cuenta las palabras de todos diciéndome " no le des más vueltas" pero este no es el típico caso de que alguien hubiera sido gilipollas insultándome o humillándome de que sí, después de un tiempo se puede pasar. Ojalá fuera eso. Porque de eso sé que de alguna manera lo puedo manejar, lo puedo cambiar. Pero qué hay de una muerte? Una? Docena en tan poco tiempo. Esa quién me la va a cambiar? Porqué se despertó en mí esa amargura justamente hoy? Porque hoy es día seis. Y tres de las personas más importantes en mi vida se murieron en un día como este. La última fue mi abuela hace tres meses. Hace tres años y 8 meses, justo el día del cumpleaños de una hermana suya, el 6 de abril se nos fue mi madre. Una santa y una persona única cuya muerte jamás voy a superar por más que intente. Si la hubiérais conocido entenderíais porqué digo: NUNCA. Y hace diez años y medio, el 6 de junio se murió mi abuelo. Lo verdaderamente escalofriante del caso es que mi padre casi también se murió el 6 de julio (él falleció el 5) Por los acontecimientos tan recientes y tan dolorosos me había desaparecido del lado de todos. No fue ni por desinterés, ni porque no los quiera, ni por ningún tipo de privacidad entre mis amigos. Me había desaparecido tras numerosas frases como "últimamente siempre estás mal, siempre lloras y tú no eres así. No nos hemos acostumbrado a esta chica." Ah, no? Pues siento mucho haberlos defraudado. No digo que les invite a ponerse mis zapatos. Qué quieres que haga? Baile una samba, riendo qué bien, otra vez me voy a un entierro? Este era el punto de desaparecer de vista. Porque me encontré en el mismo estado como cuando falleció mi madre. No me levanté durante días de la cama si no vinieron a clases. Ni siquiera me cambié. No tenía ganas de absolutamente nada. No quedé con nadie, cancelé mis citas, no respondí ninguna llamada. Evité cualquier forma de comunicarme, y más aun si se trataba de hablar. Se me salieron las fuerzas, y quería recuperármelas sin que nadie se hiera. Porque estoy segura de que el resultado de cualquier tipo de charla, hubiera sido que yo contara de mis penas acabando llorando y no quería eso. Porque es egoísmo. Y si hago esta aclaración es para que nadie se ofenda como lo habían hecho unas personas aquí en casa. Lo triste es que no me habían entendido ni después de haberseles dado explicación. Y más triste aun cuando dentro de la propia familia haya alguien que te reproche de manera tan agresiva y haciendo un mártir de sí mismo/a, defendiéndose con la excusa de siempre: no eres la única que pasa por penas. Pues no. Lo reconozco. Pero tampoco me veo obligada aguantar sin ninguna secuela que me habían acumulado tantas muertes encima. Vi mejor desaparecer, que decir " no estoy bien" cada vez que hablemos. Pero la gente no ve más lejos que la nariz y piensa que todos tenemos un problemón con ella. Pues no, solo que tanto mi hermana como yo hemos llegado a un límite. Y primera vez en nuestra vida queremos ser egoístas, tomarnos nuestro tiempo y no dar vueltas de qué dirá la gente. Ahora hemos sido/somos nosotras las que tienen que ser entendidas y no al revés. Pese a quien le pese.

1 comentario:

  1. Hermanita, no es bueno seguir removiendo el dolor pasado, aunque comprendo perfectamente cómo te sientes y sé que los recuerdos a veces no se pueden controlar. No obstante, prueba a hacer un post más lleno de vida y de esperanza. Verás cómo incluso te sentirás mejor. Te aprecio :)

    ResponderEliminar